gitanos

La primera vez que oí hablar de los gitanos creo recordar que fue de la boca de mi tía Natalia -mi mujer modelo a seguir cuando era niña- Era distinta a todas mis tías. Su voz ronca y rápida, su risa contagiosa y sus ojos hechizantes y llenos de vida hipnotizaban a todas las mujeres de mi familia y especialmente a mí.

Recuerdo sus faldas largas salpicadas de pintura acariciando el suelo hidraúlico de aquel pasillo interminable de la casa de mi abuela Teresa, como su sombra se proyectaba en los altísimos techos, y como su vibrante carcajada hacía eco en las gruesas paredes encaladas mientras las recorría.

Recuerdo aquellas tertulias de sobremesa eternas y repletas de risa, en el aire el olor a los polvorones de mi abuela, su risa, la de mi madre, mis tías maternas, mis primas y la de mi tía Natalia. Y, sobretodo recuerdo el temor que aquella tertulias fueran interrumpidas por el bullicio lejano de mis primos arriba, que nos espiaban por la ventana del pasillo que da a las casa de mi abuela.

Mi tía Natalia me contaba que de pequeña cuando estaba interna, solía ponerse de puntillas sobre las cisterna y asomarse tras una diminuta ventana para así poder contemplar a los gitanos. Hipnotizada por su belleza irrefutable, el cante y el baile constante y sus risas , se sumergía en su mundo convirtiéndose también en nómada por unos minutos y se decía a sí misma “¡Ay, quién fuera gitana!”.

Amaba la libertad y consideraba los gitanos almas dichosas por vivir en ella. Yo amaba a mi tía Natalia y como ella amo la libertad. Eso quizás explique mi atracción por el pueblo Rom, el pueblo gitano.

Mi intención es mostrar la belleza de este pueblo en diferentes países, principalmente en España y en la India: la cuna de los gitanos. Quiero cuestionar los estereotipos y prejuicios que muchos tienen de este pueblo enigmático, nómada, errante, injustamente marginado y perseguido durante siglos. Esta reportaje reúne escenas costumbristas y retratos de una marcada poética neorrealista.

Bailarines, músicos, vendedores de romero y castañas, limpiabotas, cazadores, artesanos, herreros, comerciantes, pastores... Viajeros incesantes todos, son los protagonistas de este reportaje.

El garbo de una joven madre gitana, la herencia de una actitud, la nostalgia de un pueblo, su mirada hacia el futuro llena de incertidumbre y la singularidad de una etnia y de un modo de vida, han sido captadas durante mi conmovedor encuentro con ellos en varios países.

Consciente de que los factores comunes que perduran entre los gitanos de todo el mundo son de consistencia espiritual, he tratado de reflejar algunos de sus rasgos exclusivos; su cultura; su alma; su esencia; su espontaneidad; su magia; su fortaleza espiritual; su elegancia y dignidad innatas.